Cuando la tarde triste te dé la espalda
En los brazos del horizonte, sollozada
Esconda tu rostro como niña avergonzada
Y el sol casi resplandeciente, casi
opaco
Te traiga la noche entumecida y
arrastrada
Pues no quiere verla ante tu belleza de atardecer
Tan humillada.
Cantarás de alegría, también de tristeza
Oirás detrás de ti coros de voces
Cantos de aves con su melodía desnuda
¡No estás loca! Estás cuerda y
desesperada
Por tener aliento ajeno que te traiga
recuerdo
Que te traiga serenata que con estruendo
Que retumben tus tímpanos de acero y
carne
Y hagan brotar más lágrimas y callar tu
risa
Antes
que el deseo te desarme.
¿Qué haces ahí tirada con tanta belleza?
Desnutrida por la tarde que azota tu
rostro
Con el viento formando torbellinos en tu
pelo
Que de vez en cuando ondea sobre tu
cuello
Formando una manta negra libre sobre ti
Cierra tus párpados con gran hermetismo
Y finges en tu alma un dormir plácido y
profundo
Como si quisieras enseñarles al mundo
Que tu sufrir está guardado
Bien oculto.
Tu mente estremece la silueta de tu
cuerpo
Un escalofrío rueda sobre ti y levanta
tus pelos
Estrujas el polvo que viaja suelto por
el aire
Y de repente para tu respirar a ver si
mueres
Pero las olas te despiertan con su
hablar tosco
Porque el mar te llama para lavar tu
llanto
Para lavar tus labios con su agua color
rubí
Pues al mirarte desconsolada
El también sufre por ti.
No podrás detener la tarde ni el rugir
del ocaso
Para quedarte sola y postrada en el
horizonte
Entre tu amor perdido y la terquedad de
la noche
Derramando lágrimas y fingiendo una
sonrisa
Que esconde muy aprisa cuando llega el
recuerdo
Del amor que te tiene con deseo, con
rabia
Del amor que te tiene confundida y
desesperada
Del amor que por su ida irreversible
Te tiene ahí en el horizonte, postrada.