15/3/08

Misiva

Hola:

Ya que no me dejas ver el color de tus ojos y hablarte, negándome tu presencia, envío mis palabras con vestido de letras para que miren tu rostro, quizás así puedas ver en ellas la sinceridad que no escuchaste en mi voz, las repetidas veces que te dije, que mis sueños de amor estaban comenzando desde que te conocí.
Fue a partir de entonces que comencé a mirar algo dentro de mí, pero me equivoqué al pensar que en ti había encontrado el terreno fértil para cultivar mi amor.
Ahora entiendo que tus oídos escuchan pero no guardan las palabras, por el contrario se las entregan al viento, para verla volar y olvidar.

Y como al final de cada misiva
mucho saludos para ti y para tu corazón, el mío estará siempre dispuesto para alguien que lo quiera escuchar, pero de verdad.

Sin más nada se despide.


Muy atentamente,

un guerrero
que perdió la batalla de una guerra que nunca libró.

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